V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y
al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
HIMNO
Éste es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan
y olvidas a los que duermen.
Salen cantando a tu encuentro
doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.
¡Cómo golpean las necias
las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a
oscuras
los ojos que no han de verte!
Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando,
mientras los ojos se duermen.
Danos un puesto a tu mesa,
Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre. Amén.
|
SALMODIA
Ant. 1.
Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.
Salmo 29
Acción de gracias por la curación de un enfermo en peligro de
muerte
Cristo, después de su gloriosa resurrección, da gracias al Padre
(Casiano)
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.
Yo pensaba muy seguro:
«No vacilaré jamás.»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.
A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»
Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.
Ant. 2.
Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Salmo 31 Acción de gracias de un pecador perdonado
David llama dichoso al hombre a quien Dios otorga la justificación
prescindiendo de sus obras (Rm 4, 6)
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
–Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
Los malvados sufren muchas penas;
al que confia en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Ant.3.
El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le
servirán.
Cántico Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a El juicio de Dios
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le
servirán.
|
PRECES
Invoquemos a Dios, nuestro refugio y nuestra fortaleza, y digámosle:
Mira a
tus hijos, Señor.
Dios de amor, que has hecho alianza con tu pueblo,
–haz que recordemos siempre tus maravillas.
Que los sacerdotes, Señor, crezcan en la caridad
–y que los fieles vivan en la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
Haz que siempre edifiquemos la ciudad terrena unidos a ti,
–no sea que en vano se cansen los que la construyen.
Manda, Señor, trabajadores a tu mies,
–para que tu nombre sea conocido en el mundo.
A nuestros familiares y bienhechores difuntos dales un lugar entre los
santos
–y haz que nosotros un día
nos
encontremos con ellos en tu reino.
Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a
decir:
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como
también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
|