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MARTES
DE LA SEMANA
III
Oración
del atardecer
VÍSPERAS
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V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y
al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
HIMNO
Estoy, Señor, en la ribera sola
del infinito afán. Un niño grita
entre las olas, contra el viento yermo:
A través de la nada,
van mis caminos
hacia el dolor más alto,
pidiendo asilo.
La espuma me sostiene,
y el verde frío
de las olas me lleva,
pidiendo asilo.
Hacia el amor más alto
que hay en mí mismo,
la esperanza me arrastra,
pidiendo asilo.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo. Amén.
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SALMODIA
Ant. 1.
El Señor rodea a su pueblo.
Salmo 124 El Señor vela por su pueblo
Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16)
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo.
Ant. 2.
Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Salmo 130 Abandono confiado en los brazos de Dios
Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29)
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Ant. 3.
Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Cántico Ap 4, 11; 5,9.10.12 Himno de los redimidos
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
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LECTURA
BREVE
Rm 12, 9-12
Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno.
Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás
más que a uno mismo. En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu,
manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os
tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.
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RESPONSORIO
BREVE
R.
Tu palabra, Señor, es eterna,
*
Más estable que el cielo.
Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
V.
Tu fidelidad de generación en generación.
*
Más estable que el cielo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
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CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Magníficat
Lc 1, 46-55
Alegría
del alma en el Señor
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros
padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y
al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era
en
el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
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PRECES
Invoquemos a Dios, que ha infundido la esperanza en nuestros corazones, y
digámosle:
Tú eres la esperanza de tu pueblo, Señor.
Te damos gracias, Señor, porque, en Cristo, tu Hijo, hemos sido
enriquecidos en todo:
–en el hablar y en el saber.
En tus manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan;
–dales, pues, acierto en sus decisiones, para que te sean gratos en su
pensar y obrar.
Tú que concedes a los artistas inspiración para plasmar la belleza que de ti
procede,
–haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres.
Tú que no permites que la prueba supere nuestras fuerzas,
–da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos.
Tú que, por boca de tu Hijo, nos has prometido la resurrección en el último
día,
–no te olvides para siempre de los que ya han sido despojados de su cuerpo
mortal.
Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al
Padre común:
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como
también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
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ORACIÓN
Nuestra oración vespertina suba hasta ti, Padre de clemencia, y descienda
sobre nosotros tu bendición; así, con tu ayuda, seremos salvados ahora y por
siempre. Por nuestro Señor Jesucristo.
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CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
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