DOMINGO  -  SEMANA II
 
 
Oración del atardecer

II VÍSPERAS
    
 

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.

 

 

HIMNO
Nos dijeron de noche
que estabas muerto,
y la fe estuvo en vela
junto a tu cuerpo.

La noche entera
la pasamos queriendo
mover la piedra.

   Con la vuelta del sol,
   volverá a ver la tierra
   la gloria del Señor.

No supieron contarlo
los centinelas:
nadie supo la hora
ni la manera.

Antes del día,
se cubrieron de gloria
tus cinco heridas.

   Con la vuelta del sol,
   volverá a ver la tierra
   la gloria del Señor.

Si los cinco sentidos
buscan el  sueño,
que la fe tenga el suyo
vivo y despierto.

La fe velando,
para verte de noche
resucitando.

   Con la vuelta del sol,
   volverá a ver la tierra
   la gloria del Señor. Amén.

   
 

SALMODIA
Ant. 1. Cristo, sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. Aleluya.

Salmo 109, 1-5. 7   El Mesías, Rey y Sacerdote,
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1 Co 15,25)


Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cristo, sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. Aleluya.


Ant. 2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.

Salmo 113 B   Himno al Dios verdadero
Abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero (1Ts 1, 9)


No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?

Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:

tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;

tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.

Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.

Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.

Los muertos ya no alaban al Señor,
Ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.


Ant. 3. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

Cántico    Cf. Ap 19, 1-2. 5-7   Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
 
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
 
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
 
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 
Ant. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.  
 
 
 

LECTURA BREVE   2Ts 2, 13-14
Debemos dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os escogió como primicias para salvaros, consagrándoos con el Espíritu y dándoos fe en la verdad. Por eso os llamó por medio del Evangelio que predicamos, para que sea vuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

 
 

RESPONSORIO BREVE
R. Nuestro Señor * Es grande y poderoso.
Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Su sabiduría no tiene medida. * Es grande y poderoso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Nuestro Señor es grande y poderoso.
 
 
 

CÁNTICO EVANGÉLICO
 

Ant. Juan, testigo de la luz, dijo: «Jesús es el Hijo de Dios.» 

Magníficat   Lc 1, 46-55
Alegr
ía del alma en el Señor

P
roclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
 

G
loria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Juan, testigo de la luz, dijo: «Jes
ús es el Hijo de Dios.»   
 
 

PRECES
Demos gloria y honra a Cristo, que puede salvar definitivamente a los que, por medio de él, se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en favor nuestro, y digámosle con plena confianza:
Acuérdate de tu pueblo, Señor.

Señor Jesús, Sol de justicia que ilumina nuestras vidas, al llegar al umbral de la noche, te pedimos por todos los hombres;
que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz, que no conoce el ocaso.

Guarda, Señor, la alianza sellada con tu sangre,
y santifica a tu Iglesia, para que sea siempre inmaculada y santa.

Acuérdate de esta comunidad aqu
í reunida,
y que tú elegiste como morada de tu gloria.

Que los que están en camino tengan un viaje feliz
y regresen a sus hogares con salud y alegría.

Acoge, Señor, las almas de los difuntos
y concédeles tu perdón y la vida eterna.


Terminemos nuestras preces con la oración que nos enseñó el Señor: 



Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.


 

ORACIÓN
Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente la oración de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo.
 

 

CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

 


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SESTRI LEVANTE (Genoa) Italy